Un negocio de éxito necesita contar con el producto más atractivo del mercado. Para que así sea, sus responsables deben estudiar previamente los que ofrece la competencia, sus características, calidad, tamaños, envases, etiquetas, precios, etc. Y, una vez hecho esto, mejorar todas estas premisas en la medida que sea posible.
Para crear el producto más atractivo la empresa debe asegurarse de que éste llamará la atención de los consumidores de forma permanente. ¿Cómo? Dotándole de las siguientes características:
Cubrir las necesidades del consumidor.
La primera regla para crear el producto más atractivo es hacer que éste cubra las necesidades del cliente a un precio competitivo. Además, debe responder a todas las exigencias, incluso a las más particulares y sofisticadas; e incluso anticiparse a las mismas. En el caso de que fuera posible, una buena estrategia consistiría en complementarlo con algún otro elemento o activo tangible y/o intangible que diera más valor para el cliente y contribuyera a aumentar su satisfacción y a una mayor fidelización.
Generar experiencias.
Algunas personas se acuerdan más del producto por las experiencias que genera éste que por sus propias características. Y es que alrededor de determinadas ofertas pueden aparecer recuerdos afectivos, sentimientos generadores de autoestima e, incluso, de realización personal, que deben ser estimulados convenientemente. Para potenciarlos, también se puede jugar con el ambiente y la decoración de la tienda, además de con el diseño del producto, la comodidad y la facilidad de uso.
Ser original.
Cuando nació el whatssap muchos decían que todo estaba inventado, pero rectificaron inmediatamente. Ahora siguen siendo los mismos los que continúan afirmando que no queda nada por salir al mercado hasta que se lance un nuevo producto revolucionario. Hay que tener en cuenta que la originalidad no supone romper radicalmente con todo lo anterior, sino que en ocasiones consiste simplemente en modificar algún elemento clave, adaptarlo a una necesidad nueva o introducirlo en un terreno diferente en el que hasta ahora no se había utilizado. El caso es que nuestra propuesta sea siempre original.
Ser personalizable.
Personalizar un producto puede ser muy rentable y aportar un valor añadido interesante en el caso, por ejemplo, de que el comprador lo adquiera para repartirlo en un evento, en una reunión de empresa o en un acontecimiento familiar al que vayan a asistir numerosos invitados. Pero también puede generar una gran satisfacción personal a los que adquieran el producto para sí mismos. La personalización se puede llevar a cabo atendiendo al público final al que irá dirigido o a algún otro asunto o premisa por el que los potenciales consumidores puedan verse atraídos.
Convertirse en fiable.
Cualquiera que compre un producto o contrate un servicio necesita estar convencido de que son fiables. ¿Qué quiere decir esto? Fundamentalmente, que se espera de ellos un cierto nivel de calidad y de desempeño en su función o cometido. Si no responden a las expectativas generadas en el consumidor, difícilmente éste volverá a la tienda donde los adquirió y, lo que es peor, los criticará entre sus familiares y conocidos y entre sus seguidores en redes sociales-. Por eso, es fundamental crear y comercializar solo productos que vayan a generar confianza entre los compradores y desechar cualquier otro en el que se detecta la más mínima duda.